
A lo largo de la vida online, se crean infinidad de cuentas en distintos servicios, y muchas de ellas quedan abandonadas. En promedio, se estima que, una persona tiene 168 contraseñas de cuentas personales.
Algunos ejemplos, pueden ser las veces en las que se abren cuentas para una suscripción a una prueba gratuita de distintos servicios, o para usar una aplicación que se descarga solo para usar durante unas vacaciones. ESET, compañía líder en detección proactiva de amenazas, advierte que todas esas cuentas, abandonadas, que ya ni se recuerdan tener, son un riesgo para la seguridad, tanto desde el punto de vista personal como laboral y son un objetivo atractivo para los ciberdelincuentes, por lo que revisarlas es fundamental para mantener la vida digital bajo control.
“Hay muchas razones por las que puedes tener un gran número de cuentas olvidadas e inactivas. Lo más probable es que te bombardeen a diario con ofertas especiales y nuevos servicios digitales. A veces, la única forma de comprobarlos es registrarse y crear una cuenta nueva. Pero somos humanos: nos olvidamos, nuestros intereses cambian con el tiempo y a veces no recordamos los inicios de sesión y seguimos adelante. A menudo es más difícil eliminar una cuenta que dejarla inactiva. Sin embargo, eso puede ser un error y representar un peligro para nuestra información.”, comenta Camilo Gutiérrez Amaya, Jefe del Laboratorio de Investigación de ESET Latinoamérica.
Según Google, las cuentas que llevan mucho tiempo inactivas tienen más probabilidades de verse comprometidas y que se utilicen sus credenciales si fueron filtradas en alguna de las brechas de información históricas. La empresa tecnológica también afirma que «las cuentas abandonadas tienen al menos 10 veces menos probabilidades que las activas de tener configurada la verificación en dos pasos».
Las cuentas “perdidas” son atractivas para los cibercriminales, que cada vez están más centrados en su apropiación (ATO). Utilizan diversas técnicas para su robo: Malware Infostealer, diseñado para robar los datos de acceso, según un informe, el año pasado se robaron 3.200 millones de credenciales, la mayoría (75 %) a través de infostealers. Las filtraciones de datos a gran escala, en las que los hackers recopilan bases de datos enteras de contraseñas y nombres de usuario de terceras empresas.
El credential stuffing, en el que los hackers introducen las credenciales filtradas en software automatizado, para intentar desbloquear cuentas en las que se ha reutilizado la misma contraseña. Por último, las técnicas de fuerza bruta, en las que utilizan el método de ensayo y error para adivinar sus contraseñas.
Las consecuencias de que un atacante acceda a una cuenta inactiva personal podrían ser:
Utilizarla para enviar spam y estafas a los contactos (por ejemplo, si se trata de una cuenta inactiva de correo electrónico o de redes sociales), o incluso lanzar ataques de phishing convincentes en nombre del titular. Estos ataques pueden tratar de obtener información confidencial de los contactos o engañarlos para que instalen malware.
Buscar información personal o datos guardados de tarjetas que pueden utilizar para cometer un fraude de identidad o para enviar más correos electrónicos de phishing haciéndose pasar por el proveedor de servicios de la cuenta con el fin de obtener más información. Las tarjetas guardadas pueden haber caducado, pero las que no lo hayan hecho podrían utilizarse para realizar compras en tu nombre.
Vender la cuenta en la dark web, sobre todo si tienen algún valor adicional, como una cuenta de fidelización o de millas aéreas.
Vaciar la cuenta de fondos (por ejemplo, si se trata de una criptowallet o una cuenta bancaria). En el Reino Unido, se estima que podría haber 82.000 millones de libras esterlinas (109.000 millones de dólares) en cuentas bancarias, de sociedades de construcción, de pensiones y otras cuentas perdidas.