
El museo del Louvre, el más visitado del mundo, ha reabierto sus puertas al público, aunque con un aire de tensión y bajo la sombra de la reciente polémica generada por un audaz robo de joyas y las consecuentes y severas críticas sobre sus fallas de seguridad.
La reapertura se produce semanas después de un impactante asalto que permitió a un grupo de delincuentes, en apenas siete minutos, sustraer varias joyas invaluables de la corona francesa de la Galería Apolo. Este incidente, calificado por la prensa como «el robo del siglo», forzó un cierre excepcional y desató una ola de cuestionamientos que señalan la falta de inversión y las deficiencias en el sistema de protección de sus incalculables tesoros.
En respuesta directa a la crisis, la dirección del museo y el ministerio de Cultura de Francia han implementado una serie de medidas de seguridad de emergencia, las cuales incluyen:
- Refuerzo tecnológico: la instalación de un centenar de nuevas cámaras de vigilancia perimetrales y el fortalecimiento de los sistemas de alarma y detección.
- Presencia policial aumentada: se ha dispuesto un puesto avanzado y móvil de la policía en el interior del museo.
- Inversión millonaria: la ministra de cultura anunció un plan para destinar 160 millones de euros a la modernización de los sistemas de seguridad.
Que el dispositivo de cámaras no detectó con la suficiente rapidez la llegada de los asaltantes. Sin embargo, el golpe más duro provino del tribunal de cuentas francés, que en un informe demoledor advirtió que el museo había priorizado «operaciones visibles y atractivas» en lugar de invertir en el mantenimiento y la renovación de las instalaciones técnicas, especialmente las de seguridad.
